lunes, 27 de mayo de 2013

Sobre el ingenuo seductor.

Aún retumba en mi memoria la pregunta de mi profesor Arquitecto Boanerges Navarrete, que en paz descanse: ¿Cuál fue el primer arquitecto egipcio? Imhotep, “repitan: el primer arquitecto egipcio fue Imhotep.”

Ahora me pregunto, ¿qué hizo Imhotep?, pues el arquitecto tenía que buscar la manera de sorprender día a día al rey Zoser, para no perder su protección.

Según Maurici Pla, los clientes no existen. “los arquitectos siempre han tenido protectores, unos poderosos mandatarios seducidos por sus dotes personales y por los productos de dichas dotes.  Cuando alguien afirma: “he encontrado a mi arquitecto”, ha ocurrido casi lo mismo que cuando decimos “he encontrado a la mujer de mi vida”.  Los Salk, los Kaufmann, los Guggenheim o los Güell han sido evidentes poderes fácticos seducidos por la personalidad y por las prestaciones de unos arquitectos concretos.  Y, a cambio, dichos arquitectos no han obtenido grandes riquezas, sino más bien el protectorado, siempre condicionado, de estos poderes.  Este hecho explica la imagen ambivalente que el arquitecto tiene todavía hoy en el conjunto de cualquier tejido social: entre el prestigio y la desconfianza, entre la admiración y la incomprensión”.

Porque aunque resulte para algunos difícil de admitir en el fondo actuamos siempre como un “ingenuo seductor”, a veces, muchos arquitectos de renombre mundial se han visto obligados a cubrir con palabras y símiles su arquitectura, siendo la realidad muy diferente y posiblemente más interesante.

Así también, las obras de arquitectura que destacan son aquellas que nos transmiten las sensaciones más elementales del espíritu humano, lo inmensurable.  Un exceso en el detalle y una ofrenda, es decir, una entrega que sobrepasa el límite de lo requerido en un principio.

Josep Quetglas ilustra tan bien lo anterior, cuando explica que recibió una entrega por parte de Francisco Alonso, realizado con tal precisión y detalle que le daba pena abrirlo en una forma inadecuada, agrega “lo que me impresionó no era tanto su precisión, su adecuación a una idea formal, sino su desmesura”. “Des – mesura no significa gran medida, gran tamaño, sino fuera de medida, al margen de la posibilidad de ser medido.”

Un trabajo realizado con devoción y derroche, donde no se piensa en absoluto en la rentabilidad de la producción, sino en la cualidad única de ese único objeto (arquitectónico), de alguna manera busca seducir a quien lo recibe, y ser admirado por el esfuerzo realizado. Aquellos que sentimos esa pasión por diseñar algo fuera del tiempo, donde no existe la entrega inmediata, ni el tiempo es dinero, ¿no somos acaso unos ingenuos seductores?

1 comentario:

  1. seducir, ha sido la esencia de mi vida , seducir una mente, posecionarse en ella, apasionarse en ello.. pero nadie lo harìa tan magistralmente
    como Gaudi,Da Vinci lo hizieron un dìa y tus ideas,la fuerza de tu juventud, tu gran talento, tu dulzura me recuerdan la mejor obra que he visto: TU PROPIA VIDA....

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