martes, 23 de abril de 2013

La casa de los fantasmas: De la flexibilidad y el problema del dominio.



“Me gustaría que hubiera lugares estables, inmóviles, intangibles, intocados
y casi intocables, inmutables, arraigados; lugares que fueran referencias,
puntos de partida, principios (...). Tales lugares no existen, y como no
existen el espacio se vuelve pregunta, deja de ser evidencia, deja de estar
incorporado, deja de estar apropiado. El espacio es una duda:
continuamente necesito marcarlo, designarlo, nunca es mío, nunca me es
dado, tengo que conquistarlo (...). El espacio se deshace como la arena que
se desliza entre los dedos. El tiempo se lo lleva y sólo me deja unos
pedazos informes”.

Perec, Georges, Especies de Espacios (1974),
Montesinos, Barcelona, 1999.




Durante algunas noches tuve una pesadilla recurrente: vivía con mi familia en una casa grande y antigua, cada uno tenía su habitación propia, entrada la noche se escuchaba un ruido, a pesar de que era prohibido subir a la planta alta y abrir una puerta, yo lo hacía.  Entonces la casa empezaba a expandirse, cada habitación y cada escalera. De pronto, venían hacia mí muchos fantasmas y me invadía el miedo de no poder encontrar la salida, puesto que me encontraba en medio de un laberinto.


Hace varios años realicé una investigación que se basó en la flexibilidad espacial, cuya aplicación práctica se desarrolló a partir del problema de hacinamiento en la vivienda social. 


En estas soluciones habitacionales el principal error de diseño generalmente radica en que se proponen viviendas unifamiliares que permiten un limitado crecimiento (incremento de una o dos estancias en el interior de la vivienda).  Para resumir, en este tipo de casas cohabitan hasta tres núcleos familiares y cada uno de ellos necesita su espacio propio, como no lo tienen en el interior, empiezan a crecer hacia afuera, invadiendo los límites del lote y afectando a sus vecinos, se produce un deterioro en la imagen urbana y la calidad de vida.


El “arrumaje” en la Vivienda Social es causado, entre otros factores, por la dificultad de las parejas jóvenes de poseer una vivienda propia, así como un método para poder ahorrar y concentrar la fuerza de trabajo en un mismo lugar, donde toda la familia participa en esta forma de vida y posibilita el trabajo con la ayuda de sus propios familiares.


Caracas, Venezuela
Entonces la envolvente edilicia empieza a mutar y cada lapso de tiempo se acomoda a la realidad de sus usuarios. La vivienda ya no es únicamente un lugar de recuperación de fuerza y reposo, sino que es una nueva fuente de ingreso, renta, comercio, vivienda; todas estas tipologías dentro de un mismo espacio. Un espacio hacinado, oscuro y con deficiencias constructivas es el común denominador de la ciudad. 





A simple vista parecería que diseñar una casa flexible no es algo muy complejo, sin embargo requiere de un estricto orden para todas las cosas.  Un excelente ejemplo para comprender la flexibilidad se encuentra en la famosa Casa Schröeder de Gerrit Rietveld, la cual es convertible, versátil y reversible al mismo tiempo, gracias a la acertada disposición de los espacios y a la tabiquería móvil que compartimenta la planta o la deja totalmente libre.   Sin embargo, su mismo autor en algún momento expresa sentirse agobiado de pensar en la función de cada  espacio y rincón de la vivienda: este lugar es para…




La capacidad de designar un lugar es tan intrínseca en el ser humano que apenas la notamos, Georges Perec en su libro “Especies de Espacios”, nos dice: “¿Cómo pensar la nada? ¿Cómo pensar la nada sin poner automáticamente algo alrededor de esa nada, lo cual produce un agujero, en el que rápidamente se va a poner algo, una práctica, una función, un destino, una mirada, una necesidad, una ausencia, un excedente…?”.


Durante el proceso de aprendizaje sobre lo que significa la flexibilidad, encontré que es algo que se planteó hace mucho tiempo, y se lo sigue planteando, pero no tiene la suficiente acogida, las personas nos aferramos a la idea de lo permanente y lo inmutable. Por ejemplo Frank O. Gehry maneja muy bien esta idea, al elevar su arquitectura al nivel de una obra de arte, ésta adquiere esa condición de permanencia.


La cualidad más interesante que poseen los espacios en una casa flexible, es la de ser recintos neutros, es decir con una función no determinada o ambigua. El arquitecto hace contradictoriamente las dos cosas, por un lado Rietveld proyecta y edifica una casa totalmente flexible, estudiando con detenimiento la función de cada espacio; y por otro lado el arquitecto contemporáneo diseña espacios neutros o ambiguos, cediendo al usuario la capacidad de designarlos, dejando establecido por supuesto la ubicación de las áreas servidoras, que funcionan como la columna vertebral del proyecto. 


Finalmente, tarde o temprano ese espacio será designado, ya sea por el arquitecto o por el usuario, una vez más el universo conspira calladamente para que sea el hombre quien le dé un nombre a las cosas.

escalera de Escher

Porque definitivamente el ser humano siempre precisa designar, marcar, conquistar y por qué no Dominar, el espacio. ¿Qué hago con un espacio extraño, que se multiplica infinitamente, al cual no lo puedo designar o del cual no me puedo apropiar? De pronto, comprendí la dificultad de pensar en la flexibilidad per se, comprendí el temor que sentía en la casa de los fantasmas:




“nuestros ojos prefieren 
Que el lugar que hemos de habitar
Tenga una perspectiva geocéntrica,
Que los arquitectos construyan
Un tranquilo espacio euclidiano:
Son mitos agotados, pero ¿quién
Se sentiría en casa en una montura
Que no para de expandirse?”.1






Auden, Wystan Huhg, “Después de leer un manual de física moderna para niños”, en Parad los relojes y otros poemas, Mondadori, Madrir, 1999. Citado en el texto Sin_ tesis de Federico Soriano, Editorial G.G., página 99.






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