Para
mi querida tía Tania, las sombras enlutaron su vida.
Descansa
en paz ahora que estás en la luz.
A veces te provoca ver una y otra
vez la misma película cuando eres niño, lamentablemente no se pierde esa
costumbre cuando llegas a la edad adulta.
Es algo que me ocurre con la película el Cisne Negro dirigida por Darren
Aronofsky y protagonizada por Natalie Portman y Mila Kunis.
La dulce y perfeccionista
bailarina Nina, es convocada a interpretar el papel principal en el Lago de los
Cisnes, donde ella personifica al cisne blanco caracterizado por su inocencia y
elegancia, y su opuesto el cisne negro que representa la astucia y la
sensualidad. De repente aparece en la
escena una rival que posee las cualidades del cisne negro y amenaza con
sustituir a Nina.
El director explora la idea del
personaje que es acechado por un doble y
finalmente termina tomando su lugar y destruyendo a la bailarina.
Algunos psicólogos explican que el hecho no
es una dualidad en la personalidad, sino más bien que la bailarina al poseer
las virtudes del cisne blanco y carecer de las del cisne negro, cae en la
psicosis, porque existe un faltante en su personalidad y no lo puede
personificar, así “el brote psicótico deviene cuando la persona es llamada a
responder desde un significante que no posee”.
En todo caso las actuaciones, el
vestuario y los escenarios son hermosos.
Un detalle que me gusta muchísimo
ocurre al final de la película, cuando aparecen los nombres de los actores, es
un fondo de plumas blancas en el cual empiezan a aparecer pequeños salpicones
de plumas negras, se mira cómo la fuerza de una pequeña pluma que contrasta con
el fondo lo ilumina todo y posee mayor carácter.
De pronto recordé a un excelente
cisne blanco que ha sabido manejar la luz en forma magistral, Alberto Campo
Baeza. El arquitecto afirma que los dos componentes de la arquitectura son la
gravedad que construye el espacio y la luz que construye el tiempo.
Basta con mirar la Casa Turégano
para entender lo que nos dice o la Caja General de Ahorros de Granada donde se
ve plasmada su frase “la arquitectura es pensar y medir, medir y pensar”; con la bellísima
proporción de las columnas en ese espacio iluminado cenitalmente, la luz
penetra el espacio como un obsequio, paulatinamente, con pequeños puntos que se
abren paso entre las sombras.
A veces las cosas necesitan su
opuesto para ser vistas, ¿podría ser apreciada la luz sin la existencia de la
oscuridad? Entonces aprendí a respetar
el poder de la sombra.
Viví una época de sombra,
literalmente después de la operación de la miopía no podía ver más que imágenes
borrosas, me acompañó en esos momentos mi tía querida y escuché un relato que
cambió mi percepción de las cosas. El
elogio a la sombra de Junichiro Tanizaki.
Tanizaki en su escrito nos
explica el espíritu de la tradición japonesa, donde lo esencial consiste en
captar el enigma de la sombra; y cómo en favor de la tecnología el mundo de
oriente ha adoptado costumbres de
occidente, opuestas a él. Así como una
joya preciosa pierde sus cualidades al ser expuesta a plena luz, la belleza pierde su existencia al suprimir
los efectos de la sombra.
Este ensayo clásico nos hace
comprender todas aquellas sutilezas de la sombra que en occidente simplemente
desconocemos, con el detalle de pequeñas
cosas como es tomar la sopa en un “cuenco de laca”, Tanizaki dice: “y sobre
todo porque, en cuanto levantas la tapa el líquido encerrado en cerámica te
revela inmediatamente su cuerpo y su color.
En cambio, desde que destapas un cuenco de laca hasta que te lo llevas a
la boca, experimentas el placer de contemplar en sus profundidades oscuras un
líquido cuyo color apenas se distingue del color del continente y que se
estanca, silencioso, en el fondo.
Imposible discernir la naturaleza de lo que hay en las tinieblas del
cuenco pero tu mano percibe una lenta oscilación fluida, una ligera exudación
que cubre los bordes del cuenco y que dice que hay un vapor y el perfume que
exhala dicho vapor ofrece un sutil anticipo del sabor del líquido antes de que
te llene la boca. ¡Qué placer ese instante, qué diferente del que experimentas
ante una sopa presentada en un plato plano y blancuzco de estilo occidental! No
resulta muy exagerado afirmar que es un placer de naturaleza mística, con un
ligero saborcillo zen.”
En una casa que se encuentra en
penumbra, donde existe un espíritu de intimidad y silencio, la luz se puede convertir
en un valioso regalo. Un lugar que se
descubre poco a poco, con un cierto aire de misterio, es más estimulante que un
lugar lleno de ventanales, donde la luz pierde carácter. A veces debemos explorar soluciones
diferentes, ¿por qué no pensar un
espacio lleno de sombras salpicadas por rayos de luz?
Dejamos de pensar en cajas de
vidrio y más bien concebimos una roca que se ha transformado en materia y puede
ser tallada extrayendo poco a poco su sustancia y perforándola para que entre
la luz en su interior a nuestro antojo; los contornos están en penumbra, sus
siluetas son percibidas por un pequeño mechero como el que recuerda
Tanizaki. Pero, únicamente conociendo
las cualidades de la luz con la excelencia como lo hace Campo Baeza, podemos
comprender la fuerza de las sombras.
En un mundo donde predomina el
culto a la luz y la necesidad de ella gracias a los avances tecnológicos,
podríamos retroceder al tiempo donde el mundo de oriente rendía culto a la
sombra, ¿podrías convertirte en un cisne negro?